Hoy en la clausura del
Aural escuché a una chica que decía: "pues bien, aquí disfrutando la música, aunque
no entienda nada…"
Con esa frase se me
vinieron tantas cosas a la mente… la música está llena de sensaciones, al
volverla “docta” pierde todo sentido, ¿por qué esa chica tendría que “entender”
algo? ¿A caso si no conoces la historia del noise no lo puedes disfrutar o todo
lo contrario, no te gusta pero lees su historia para que te guste?
El acercamiento a la
música siempre será subjetivo, sensitivo y, por decirlo de alguna forma,
empírico, posteriormente si eres un super clavado, melómano, o quieres dártela
de experto (conozco algunos así) empiezas a investigar, lo que te permite ir
adquiriendo nuevas experiencias sonoras, descubriendo géneros y subgéneros (clasificaciones
que yo no comparto) bandas, solistas, duetos… una infinidad de posibilidades
sonoras que te van dando mayor sensibilidad auditiva.
Este año, como los
pasados, el festival trajo muchas propuestas que es difícil encontrar en otro
lugar. De lo que pude escuchar, porque no pude asistir a dos de los principales
conciertos, me quedo con lo siguiente:
Stalaktos, noise duo,
llevan tocando alrededor de 3 años, sin embargo, los hermanos Fierro son
músicos desde hace más de 20 años, lo que les facilita la improvisación (o yo
me quiero suponer). La explosión y entrega en el escenario se sintió desde el
inicio de su participación, el goce y la conexión entre ellos se refleja en lo
que escuchamos.
Kevin Drumm, Mika Vainio y
Oval… como dijo un amigo, “después de Stalaktos todo se escuchará fresa”, Kevin
Drumm sí me gustó pero me quedé con ganas de más por parte de Mika y Oval, la
intensidad de la noche fue disminuyendo.
Chefa Alonso y Fernando
Vigueras, grandes músicos unidos en un dueto que me dejó un gran sabor de oído.
De Chefa conocía muy poco, a Fernando lo había escuchado en vivo con la
Generación Espontanea. Sin lugar a dudas “la improvisación libre” nos pone en
el papel de acompañante del músico y por ende un escucha más activo.
Y para cerrar (no el festival)
Nate Wooley, trompetista que hace maravillas con su instrumento y un
amplificador. La trompeta se vuelve una extensión de su cuerpo, o quizá su
cuerpo es una extensión de la trompeta, existe tal comunión que hasta se me
enchinó la piel.
Como saben, no soy una
docta en música hablando, simplemente escribo lo que me gusta porque me gusta.