La monotonía invade el
rostro de las personas que viajan junto a mí, el recorrido de todos los días,
de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, el metro repleto de rostros
desolados, seres sin energía caminando rumbo a sus hogares, uno tras otro como
una procesión en silencio en un cementerio de ilusiones…
Nostálgica por sentirme
parte de esa procesión trato de alejarme de la rutina, salir de ahí pero sin
abandonar mi lugar, la música es un buen pretexto, pero al ver al resto de la
gente ensimismada con sus audífonos me estremezco. Pienso en qué hacer y de
pronto aparece, un ejercicio de escucha, pero no el de siempre, tengo una pieza
en mi teléfono que recomiendan escuchar caminando por un jardín o un parque, yo
no tengo eso, yo estoy en el metro y no saldré de ahí en una hora, lo
suficiente para escuchar In Memoriam.
Busco mis audífonos los
conecto pero en vez de abstraerme me vinculo con el ambiente, se escuchan los
primeros pasos de la pieza mientras se cierran las puertas en Niños Héroes… La
obra es una fusión de varias propuestas sonoras de diversos artistas que te
llevan en un recorrido por los mensajes capturados por Israel Martínez en el
panteón Jardínes de Humaya (Culiacán)…
Mi trayecto continua,
suben y bajan personas del tren mientras escucho el paisaje sonoro y la pieza;
hay momentos en los que creo se genera un diálogo entre los ruidos del túnel y
los sonidos de In Memoriam.
Llega mi parte favorita
del camino, el transbordo en Guerrero, la gente camina sin ánimo, sin prisa, de
nuevo pienso en esa procesión hacia el sepulcro, recuerdo una frase que Israel
cita en el booklet, “What we find in so many cases of melancholia is the need
to create a new language to talk about the loss”.
Subo al segundo tren, más
rostros vacíos, cansados, el que más me llama la atención es el de un payaso,
un señor viejo y cansado maquillado para sonreír, como un cadáver en el
féretro, el recorrido aún es largo pero tengo una gran compañía.
En San Lázaro salimos a la
superficie, las luces de los carros pasan a prisa mientras las de las casas y
edificios se van quedando atrás, personas por todos lados y yo en medio de
ellas escuchando lo que me rodea y los mensajes para los que ya no están.
Por fin llego a Ciudad
Azteca, en el auto ya esperan por mí, camino hacia el encuentro con mi papá y
continúa la pieza. El carro arranca rumbo a la casa. Justo cuando abro la
puerta se oyen los últimos sonidos de la pieza, los últimos pasos hacia mi
eterno descanso.