miércoles, 20 de febrero de 2013

El eterno descanso


La monotonía invade el rostro de las personas que viajan junto a mí, el recorrido de todos los días, de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, el metro repleto de rostros desolados, seres sin energía caminando rumbo a sus hogares, uno tras otro como una procesión en silencio en un cementerio de ilusiones…

Nostálgica por sentirme parte de esa procesión trato de alejarme de la rutina, salir de ahí pero sin abandonar mi lugar, la música es un buen pretexto, pero al ver al resto de la gente ensimismada con sus audífonos me estremezco. Pienso en qué hacer y de pronto aparece, un ejercicio de escucha, pero no el de siempre, tengo una pieza en mi teléfono que recomiendan escuchar caminando por un jardín o un parque, yo no tengo eso, yo estoy en el metro y no saldré de ahí en una hora, lo suficiente para escuchar In Memoriam.

Busco mis audífonos los conecto pero en vez de abstraerme me vinculo con el ambiente, se escuchan los primeros pasos de la pieza mientras se cierran las puertas en Niños Héroes… La obra es una fusión de varias propuestas sonoras de diversos artistas que te llevan en un recorrido por los mensajes capturados por Israel Martínez en el panteón Jardínes de Humaya (Culiacán)…



Mi trayecto continua, suben y bajan personas del tren mientras escucho el paisaje sonoro y la pieza; hay momentos en los que creo se genera un diálogo entre los ruidos del túnel y los sonidos de In Memoriam.

Llega mi parte favorita del camino, el transbordo en Guerrero, la gente camina sin ánimo, sin prisa, de nuevo pienso en esa procesión hacia el sepulcro, recuerdo una frase que Israel cita en el booklet, “What we find in so many cases of melancholia is the need to create a new language to talk about the loss”.

Subo al segundo tren, más rostros vacíos, cansados, el que más me llama la atención es el de un payaso, un señor viejo y cansado maquillado para sonreír, como un cadáver en el féretro, el recorrido aún es largo pero tengo una gran compañía.

En San Lázaro salimos a la superficie, las luces de los carros pasan a prisa mientras las de las casas y edificios se van quedando atrás, personas por todos lados y yo en medio de ellas escuchando lo que me rodea y los mensajes para los que ya no están.

Por fin llego a Ciudad Azteca, en el auto ya esperan por mí, camino hacia el encuentro con mi papá y continúa la pieza. El carro arranca rumbo a la casa. Justo cuando abro la puerta se oyen los últimos sonidos de la pieza, los últimos pasos hacia mi eterno descanso.

domingo, 17 de febrero de 2013

El silencio de las sirenas


Hoy sólo traigo un cuento que me gusta mucho, va en torno al silencio y deja mucho qué pensar en torno a la escucha… ¿Podemos escapar como Odiseo ante el canto de esos seres, de ser así, podríamos escapar de su silencio?

Demuéstrales que también medios deficientes, sí, incluso pueriles, pueden servir para salvarse.

   Para guardarse de las sirenas, Odiseo se puso cera en los oídos y dijo que lo encadenaran al mástil. Algo similar podrían haber hecho los viajeros desde entonces -excepto aquellos a los que las sirenas seducían desde la lejania-, pero se sabía en todo el mundo que eso no ayudaba. El canto de las sirenas lo penetraba todo, hasta la cera, y la pasión del seducido habría roto algo más que cadenas y mástil. En eso no pensó Odiseo, aunque tal vez había oído algo sobre ello, pero él confiaba plenamente en los trozos de cera y en las cadenas, así que con alegría inocente por contar con tales medios de defensa se enfrentó a las sirenas.

   No obstante, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que su canto: su silencio. Aún no ha ocurrido, pero entra dentro de lo razonable que alguien pudiera salvarse ante su canto, lo que en ningún caso podría suceder ante su silencio. Nada en la tierra puede superar el sentimiento de haberlas vencido con las propias fuerzas, tampoco la arrogancia resultante de esa victoria, que todo lo arrebata.

   Y, en realidad, cuando Odiseo llegó, aquellas violentas cantantes no cantaron, ya fuera porque creyeran que a ese enemigo sólo se podría vencer con el silencio, ya porque al ver el rostro de felicidad de Odiseo, quien sólo pensaba en cera y cadenas, olvidaran sus cantos.

   Odiseo, sin embargo, por decirlo de algún modo, no escuchó su silencio; él creyó que cantaban y que se había protegido muy bien de su canto; fugazmente pudo ver cómo giraban sus cuellos, cómo respiraban profundamente, vio los ojos llenos de lágrimas, la boca medio abierta, y creyó a que todo se debía a las arias, que, sin ser oídas, resonaban a su alrededor. Pero esa visión se tornó distante, las sirenas desaparecieron y, precisamente cuando él estaba más cerca de ellas, ya no supo nada de ellas.

   Las sirenas, sin embargo, más bellas que nunca se estiraban y giraban, dejaban que su cabello ondeara al viento, extendían las garras sobre las rocas, ya no querían seducir, sólo querían segir contemplando, tanto como fuera posible, el brillo de los grandes ojos de Odiseo.

   Si las sirenas hubieran tenido conciencia, en aquel momento habrían sido destruidas; pero así son y así permanecen, sólo Odiseo se les ha escapado.

   Por lo demás, hasta nosotros ha llegado un añadido a esta historia. Odiseo, se dice, era tan astuto, tan zorro, que la diosa del destino no pudo penetrar en su interior; tal vez él, aunque eso no se puede entender con una mentalidad humana, había notado que las sirenas callaban y presentó tanto ante ellas como ante los dioses el arriba descrito proceso imaginario como sí se tratase de un escudo.

Franz Kafka (2007). "El silencio de las sirenas" en Cuentos completos, 
ed. Valdemar. (468-479 págs.)

martes, 5 de febrero de 2013

RANDOM


Puedo decir que hoy aprendí el significado de la palabra RANDOM (adj. aleatorio, fortuito, hecho al azar, ocasional, tomado al azar…) , no por la definición anterior sino porque descubrí la aleatoriedad de las cosas.

Después del trabajo cuando uno sale cansado lo que más desea es llegar a casa a ver tele, tomar café, leer, dormir… pero por alguna razón recordé que hoy había una plática con Leo Nuñez en el Laboratorio Arte Alameda. Decidida a romper la rutina, sin conocer la obra de dicho artista, me dirigí al LAA.

Leo Nuñez en LAA 

Cuando llegué la plática ya había iniciado, las luces estaban apagadas y había un video de una instalación, un hombre de lado derecho de la pantalla hablaba, no le entendía mucho, después de viajar 30 minutos en el metro quedo un algo sorda… poco a poco fui entendiendo lo que decía, estaba presentando una de sus instalaciones, Pasos discretos, ‘constituida por la relación entre un sistema complejo de autómatas celulares y los espectadores’, hablaba del funcionamiento de la obra y cómo fue creándola.

Pasos discretos, Leo Nunez


Así pasó la noche, Leo hablaba de sus piezas, pero más que una charla aburrida de “yo hago arte” fue diferente, mientras explicaba la creación de cada obra hizo varios comentarios que me dejaron pensando, uno de ellos es la dificultad de conseguir las herramientas electrónicas en Argentina con las que él trabaja, cómo dejas a un creador sin su materia prima. Contó los problemas a los que se enfrentaba, desde el momento de la concepción de la pieza hasta del montaje en otros países…

Los escasos recursos tecnológicos no son limitantes para él, quizá en un primer instante sí, pero justo al verse limitado va pensando en algo que pueda resolver ese problema y al tener la solución crea la pieza, todo en torno al azar, que está vinculado con la participación de los espectadores.  Dice tener un control en la programación de sus robots y circuitos, pero el azar es inherente.Sólo busca hablar de tecnología con tecnología.

Ente indócil, Leo Nuñez

El movimiento en su obra tan random como el mercado cambiario, lo cual me pone a pensar en el discurso de la misma, puede tener varios significados, la puedo asociar a múltiples disciplinas, pero no podría englobarla, se me escapa de las manos como un ente indócil, una serie de dispersiones arrojándome fluidos que se propagan por todo mi cerebro para al final prender un led que me demuestra el encuentro fortuito con la obra de Leo Nuñez.